viernes, 15 de noviembre de 2013

Diagnóstico

Síntomas:

Perder el hilo de la conversación -y tener que disimularlo después- por estar pensando en él.
¿Mariposas en el estómago? Más bien como una estampida de caballos desbocados.
Sonrisa boba permanente.
Ese progresivo deseo de pasar el mayor tiempo posible con él, casi imperceptible al principio y casi insoportable al final.
El continuo debate interno entre mirarlo todo el tiempo o no mirarlo para que no sospeche nada. No hay que ser tan obvia.
Aunque al final da igual, porque todo el mundo se entera.
El cliché de la primera cita: cine y cena, ¿por qué no?
El temor absurdo -pues ya sabes que el sentimiento es mutuo- de dar el primer paso, no vaya a ser que no le guste.
Una vez que lo besas por primera vez -o te besa, ya no sabes qué fue primero si el huevo o la gallina- no quieres dejar de hacerlo.


martes, 5 de noviembre de 2013

Escenarios posibles

Le digo que lo amo, me rechaza.
Le digo que lo amo, me dice que él sólo me quiere como amiga.
Le digo que lo amo, y luego lo echo a perder.
Le digo que me gusta, yo no a él, las cosas se ponen incómodas después. Ya ni siquiera podemos ser amigos.
Le digo que me gusta, se rie.
Él me dice que me ama, pero tengo demasiado miedo de echarlo a perder y no acepto.
Él me dice que me ama y él me dice que me ama, no puedo decidir.
Él me dice que me ama, pero a mí sólo me gusta.
Él me dice que me ama, pero que prefiere que seamos amigos, pues él también tiene miedo.

Nunca tengo el valor suficiente y jamás digo nada.
Él tampoco lo tiene.

Quedamos siendo amigos, pero quizás, no era eso lo único que quería.

Mi cabeza explota.
Mi corazón explota.

domingo, 9 de junio de 2013

Hoy.


Que emocionante es la vida.

LALALALALALALALALA



WIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

sábado, 8 de junio de 2013

Máquinas del tiempo - Parte 2

Super 8 y videos caseros

Aquel día en casa de mis tíos mi primo sacó la caja llena de películas viejas y el proyector. Pocas cosas son tan especiales que ver a tu padre y sus hermanos cuando eran pequeños jugando en la playa, al fondo el atardecer. Es casi como si estuviera yo ahí, observándolo todo.

Diciembre del 73, navidad en casa de los abuelos. Los bailes (y la calva) del tío abuelo Chavo al recibir su regalo. Y la sonrisa de mi tío al abrir su regalo. Nuevamente me encuentro ahí, a punto de recibir mi regalo.

El proyector se rompió justo con el video del ascenso al Popo de mi padre y mis tíos, de su grupo de alpinismo. Por unos segundos estuve ahí, escalando por la ladera nevada, sintiendo el frío en mis mejillas.

Unos días después mi madre sacó varios VHS de cuando mi hermano y yo eramos pequeños. Y vuelvo a vivir entonces aquella infancia maravillosa en mi casita en el bosque. Los cuentos de papá, aunque mi hermano se apoderaba del libro y luego ya no entendía ni veía nada. Los shows de canto y baile en la sala. Las tardes en la alberca inflable cuando habían visitas. El teatro guiñol y el columpio del árbol.

Antes grababamos tantas cosas. Ahora al ser tan fácil también se hace menos. Esos recuerdos y momentos encapsulados y unos minutos y segundos. Los momentos a los que nos podemos transportar con un simple "play" o con que sirva el proyector y no se queme la película.

sábado, 1 de junio de 2013

Máquinas del tiempo - Parte 1

Diarios

El otro día ordenando mis cajones me encontré mis diarios viejos. No terminé de ordenar mis cajones y entre el montón de cosas que había sacado de ellos me senté a leerlos.

De pronto tengo 8 años otra vez. Embarcandome en la aventura de llevar un diario. Para mí era escribir lo que hacía en el día y contar sobre todo qué había comido y visto (o leido) era lo importante. Tenía un diario pequeñito, en forma de corazón y como era una hoja por día a veces no contaba todo, ponía "eso es otra historia" (como referencia a La Historia Interminable, quizás).

Tomo otro diario y entonces ya cumplí un año más. Ese diario me lo regalaron de cumpleaños. Mis secretos más importantes eran: "amo a un niño llamado Gerardo pero nadie lo sabe solo tu y yo. Quiero volar. Tengo dos pulseras de la suerte. Un día soñe algo padre".

Tengo 10 años y lleno mi diario de recortes. Me siento muy grande lo cual me emociona y a la vez me aterra. Empiezo a notar cambios en mi cuerpo. Cada semana me gusta alguien diferente.

Tengo 11 años y me siento sola. Casi no tengo amigos en la escuela y eso me deprime. Me refugio en mi diario ("eres el único al que puedo hablarle") y la lectura. Escribo sobre mis amigos imaginarios.

Tengo 12 años, y estoy peor que nunca, pero también porque me gusta ser dramática. Quizás he leído demasiado, pero me siento una heroína incomprendida, en espera de que se me presente una aventura. Soñando todo el tiempo, en mi príncipe azul, sobre todo.

Trece años y mi vida cambia para siempre. Nueva ciudad, nueva escuela. Espero nerviosa ahora sí tener amigos. El primer día de clases conozco al querido Barón Rojo. A Coyota y Adana las conocería poco después. Al fin amigos.

Trece años otra vez (aunque en realidad eran 14, pero nadie debe saberlo). Cada vez escribo menos, pero es porque estoy enamorada. Catorce (15, en realidad) y quince (16), sólo hay un diario por año, pero ya no escribo para mí, sino para Coyota y K. a los cuales les permito leer mis diarios.

Dieciseis (más bien 17), diario compartido.

Dieciocho. Diecinueve. No más diarios.

Veinte. Estoy de viaje por Europa con mi querida amiga Coyota. Aquellas aventuras con las que soñaba cuando tenía 12 años se están cumpliendo, pero ya no necesito a un príncipe azul.

Veintiun años. Nuevamente de viaje con Coyota. Esta vez recorremos el sur. Fue el año de los dos inviernos y de un romance de verano invierno (y otro de invierno invierno). De nuevas aventuras y aprendizajes.

Y entonces regreso al presente. Nuevamente empecé un diario para así, en unos años pueda volver a viajar en el tiempo, e ir al pasado.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Otro día.

Y Leyendo Cosas anteriores me inspiro. Me inspiro y siento caliente el cuerpo. Les agradezco a ustedes amigas por formarme y por ser parte de mi. Las quiero. Las extraño.
Le hablo a la inspiración ahora. no la inspiración que hace que den ganas de escribir sino a la inspiración que me hace, o que me haría crear historias. Les llamo a las historias, las invoco, les suplico que lleguen, que me permitan crear.
También le llamo a las fuerzas, y a las ganas, y a las energías, esas que hacen que unos salgan adelante y otros no. Porque que miedo da pensar que todo podría seguir igual, da miedo sentir que podríamos no cambiar nada, Da miedo no tomar las decisiones correctas, da miedo que de miedo porque igual y no hay por qué tenerlo. Por eso, pienso y medito. ¿Será presión mía hacia mi misma? ¿O será falta de ella? Muchas cosas salen de la boca para afuera. Pero ¿Quienes son los que llegan lejos? ¿Qué es llegar lejos? ¿Es importante? Siempre escribo con torbellinos en la cabeza y ya pasada de la media noche. Pero de verdad,  ya las extrañaba.
Adana.

sábado, 11 de mayo de 2013

Memorias del este para Cynara

"Me detengo frente a unas escaleras de piedra que suben la ciudad a los hombros del cerro.
Dubrovnik parece solemne con sus murallas golpeadas por el mar y por casi todo, con sus heridas mal parchadas, con su arquitectura de hace tiempo y de ahora...Sin embargo, estoy convencida de que esta ciudad está llena de callejones pícaros, traviesos. Las escaleras que me miran ahora son justo así. Se burlan poquito mientras se tuercen y se elevan porque tengo que seguirlas, aunque sea con la vista o con la nostalgia de ser niña.
Entonces, empieza. Veo caer desde el escalón superior un agua veloz y oscura que se dirige hacia mí con una fuerza increíble. Va a alcanzarme en unos segundos. No puedo protegerme ya. Justo en el instante en que debería golpearme y ahogarme irremediablemente, pasa de largo, se vuelve un pequeño río a mis pies que continúa su camino sin prestarme atención.
Miro hacia arriba, confundida. Llueve. Las calles de la ciudad se llenan de riachuelos silenciosos.
Sé que es por eso. Sé que es esa lluvia la que, a pesar de la amargura y el dolor, mantiene limpio el rostro infantil de Dubrovnik."
5 de abril del 2012

"En los días subsecuentes descubrí que parte importante del carácter travieso de Dubrovnik está en sus gatos. Los hay de todos los colores, sarnosos o saludables, huraños o amistosos. Están en todas partes.
Hoy fui a Montenegro y me pareció gracioso que el primer lugar donde nos detuvimos después de cruzar la frontera estuviera, en cambio, lleno de perros. La historia de la humanidad es tragicómica."
8 de abril del 2012